SE QUERÍAN
Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en
la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre
dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad
noche, mitad luz.
Se querían como las flores a las
espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran
melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel
beso.
Se querían de noche, cuando los perros
hondos
laten bajo la tierra y los valles se
estiran
como lomos arcaicos que se sienten
repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y
toca.
Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la
noche,
duras como los cuerpos helados por las
horas,
duras como los besos de diente a diente
solo.
Se querían de día, playa que va
creciendo,
ondas que por los pies acarician los
muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y
flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo
el cielo.
Mediodía perfecto, se querían tan
íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad
extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad
cantando.
Amando. Se querían como la luna
lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a
ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla
oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin
música.
Día, noche, ponientes, madrugadas,
espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas,
perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma,
cristal,
metal, música, labio, silencio,
vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían,
sabedlo.
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