EL EMPERADOR DE LOS HELADOS
Llama al que lía los cigarros puros,
Al forzudo, y ofrécele batir
En tarros de cocina las sensuales cuajadas
Deja que las muchachas huelguen con los mismos vestidos.
Que acostumbran a usar, y deja que los chicos
Lleven flores en periódicos viejos.
Deja que el parecer acabe en ser.
El único emperador es el emperador de los helados
De la cómoda aquella que perdió
Tres pomos de cristal, saca la sábana
En la que ella bordaba faisanes una vez,
Y extiéndela del todo hasta ocultar su cara.
Si sus callosos pies se quedan fuera, lo hacen
Para mostrar qué fría está, qué muda.
Que la lámpara añada su destello.
El único emperador es el emperador de los helados.
Traducción de Andrés Sánchez Robayna
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